Los adolescentes con obesidad o sobrepeso presentan un estado de ánimo significativamente más bajo y una autoestima muy inferior que los que tienen un peso normal. Además, perciben mucho menos apoyo social, de acuerdo con los datos de una investigación realizada por la Facultad de Psicología de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA), en España.
El estudio se llevó a cabo en 2014 con 92 jóvenes de entre 15 y 22 años matriculados en enseñanzas medias en Salamanca, aunque la mayoría de ellos tenía entre 16 y 17 años. Un 7,6% de los participantes sufría obesidad y un 21,7%, sobrepeso, de manera que casi un tercio tenía algún tipo de exceso de peso. Los resultados, que fueron presentados en un congreso especializado, son muy claros: “A medida que se incrementa el peso, baja la autoestima, aumentan los síntomas de depresión y disminuye el apoyo social que perciben”, explica a DiCYT María Ángeles Gómez, investigadora de la UPSA y responsable de este trabajo junto a Gloria Fernández.
La investigación vincula los valores elevados del índice de masa corporal (IMC), que relaciona la masa y la talla de una persona, con alteraciones psicológicas y sociales y no encontró diferencias significativas entre sexos. “Cuanto más bajo es el peso, más alta es la autoestima y esto es un peligro en la adolescencia, ya que puede desembocar en trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia y la bulimia”, apunta la especialista.
Al estar inmersos en una sociedad que idealiza la delgadez, es muy probable que estos chicos vulnerables se aferren a alguna dieta de las que prometen milagros pero que en realidad son peligrosas para la salud.
Otro dato curioso es que los jóvenes que tienen un peso por debajo de lo normal, que en este estudio llegan a ser un 19,6% del total, presentan niveles de autoestima y aceptación social similares a los de peso normal, lo cual resulta paradójico para los expertos. “Cabría pensar que algunas de las personas con infrapeso pudieran estar desarrollando algún trastorno de la conducta alimentaria. Sin embargo, tienen un gran nivel de autoestima”, apunta la profesora.
Este aspecto puede estar relacionado con el apoyo social que perciben los jóvenes. Los que tienen un peso que se corresponde con su talla e incluso los que están demasiado delgados no manifiestan ningún problema al respecto, mientras que quienes sufren sobrepeso u obesidad afirman sentirse solos, ser ridiculizados o no tener buenos amigos en su entorno próximo, entre otras respuestas. En definitiva, existen síntomas depresivos directamente relacionados con el peso.
Con estos datos en la mano, los investigadores se plantean ahora un nuevo estudio en edades más tempranas y teniendo un cuenta un nuevo factor. “Pensamos que los jóvenes con sobrepeso pueden estar sufriendo en mayor medida el acoso escolar”, comenta María Ángeles Gómez. Para comprobar esta hipótesis, estudiarán en los próximos meses un centenar de alumnos de 5º y 6º de Primaria y de 1º de la ESO, es decir, de entre 10 y 12 años, aproximadamente.
De esta manera se dará continuidad a una línea de investigación que en los últimos años ha aportado numerosa información sobre aspectos psicológicos y sociales relacionados con la apariencia física. Por ejemplo, en un estudio anterior con adolescentes se comprobó que la distorsión de la imagen corporal aumenta en periodos de estrés, en concreto, en épocas de exámenes. En este caso, ser mujer y tener 18 años se revelaron como dos factores clave para que el estrés afectase a dicha autopercepción.
Los expertos piensan también en cómo utilizar estos resultados para encontrar soluciones, teniendo en cuenta que durante años en las campañas de prevención de los trastornos de la conducta alimentaria se informaba a los chicos de los peligros de la anorexia y la bulimia y que este abordaje del problema no tuvo éxito. “Si no se incluyen estrategias para el manejo y la mejora de la autoestima y la imagen corporal, estaremos abocados al fracaso”, afirma la investigadora de la Facultad de Psicología.
En su opinión, los datos de estas investigaciones deberían servir para que toda la sociedad en su conjunto reflexione sobre los valores que de forma consciente o inconsciente se les están trasladando a los jóvenes. “Es importante discriminar entre una preocupación por la salud y una preocupación estética”, comenta, ya que en muchas ocasiones la presión llega desde la propia familia, que trata de evitar un exceso de peso de los niños y sin darse cuenta puede estar condicionando su conducta. De hecho, al contrario de lo que pueda parecer, los jóvenes con estos problemas son los más preocupados por el peso y recurren con frecuencia a dietas restrictivas.
“Una parte de estos adolescentes van a tener problemas de salud por su condición física”, advierte María Ángeles Gómez, “pero a ello habrá que sumarle problemas psicológicos y sociales” si no se les pone remedio a tiempo.
Fuente: wwww.noticiasdelaciencia.com
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