"¿Cómo me has dicho que te llamas?". Pasar por este trance no es necesario con algunas pautas de memoria.
No lo niegue, a usted también le ha pasado alguna vez: estar en una fiesta o una reunión de trabajo y que le presenten a una persona y, pasados dos segundos, olvidar por completo su nombre. Se estará preguntando si su problema es que tiene memoria de pez o, simplemente, se trata de algo común sin la menor trascendencia.
Antonio Yusta Izquierdo, jefe del servicio de Neurología del Hospital Universitario de Guadalajara y neurólogo en el Hospital Quirón San Camilo de Madrid, reconoce que no recodar nombres es una conducta muy característica del ser humano. "Se debe, en los casos en los que no hay patología neurológica, a que para rememorar de forma adecuada hay que haber grabado en nuestra memoria esa información. Es como un casete de los antiguos, si queremos grabar hay que dar al Rec. Pero la falta de atención y estar a cuatro cosas a la vez hace que nos olvidemos de pulsar el botón. A veces, no recordamos ni lo que hemos hablado”, explica.
De la misma opinión se muestra Marisa Fernández, neuropsicóloga de Unobrain: “Hay distintas causas para olvidar nombres. Normalmente, estamos más pendientes cuando nos presentan a alguien de nuestro aspecto o de decir nuestro propio nombre que de escuchar el del otro. Además, los nombres son algo totalmente arbitrario en muchas culturas. ¿Qué más da que sea Pedro o Manuel? No hay nada significativo, a primera vista, en los nombres y su relación con las personas que los poseen”.
Para Jesús Francisco Javier Ramírez, del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, “si nos centramos en la psicología dinámica (Freud), hay un acto fallido que es precisamente este, el olvido de nombres que conocemos perfectamente, pero que nos cuesta recordar en un momento dado. No tiene la menor importancia, aunque el psicoanálisis se la da: en el sentido de que lo relaciona con amores, odios… En realidad, la memoria no es más que un cúmulo de neurotransmisores, proteínas… Y es fácil que se produzcan los olvidos, por lo tanto, estamos hablando de algo normal”.
Ansiedad o desgana
El estado emocional puede ser un factor que nos predisponga al olvido. “Como le sucede a los estudiantes en los exámenes, que siempre dicen que ‘tienen la respuesta en la punta de la lengua’, pero no les viene a la cabeza, debido a la propia ansiedad”, recalca el doctor Yusta.
El desinterés también nos impide recordar el nombre de los demás. Eso defiende al menos el psicólogo Richard Harris de la Universidad Estatal de Kansas (EE UU) en un artículo publicado en Science Daily. Para el profesor, no es la capacidad cerebral de cada individuo lo que determina lo bien que se pueden recordar los nombres, sino más bien el nivel de interés. "Algunas personas, quizás los que son socialmente más conscientes, están más interesados en las personas, más interesados en las relaciones, y ellos estarían más motivados para recordar el nombre de alguien", ha afirmado el experto, que defiende que es el caso de los individuos con profesiones como la política o la enseñanza, donde conocer los nombres es beneficioso.
La memoria, como cuenta el neurólogo Antonio Yusta, se sitúa en la cara interna de los lóbulos temporales, donde está el área de asociación. "Por eso es frecuente que para recordar el nombre de las cosas derivemos la mirada hacia arriba, al lado izquierdo; mientras que si inventamos, tornamos la vista hacia la derecha”, detalla.
Consejos practicos para no olvidar el nombre de su interlocutor
- "Además de prestar atención cuando nos dan a conocer a una persona, utilicemos la memoria visual, no solo la verbal", manifiesta Antonio Yusta. "Del rostro de una persona se recuerda lo más extremo, por ejemplo, una nariz prominente. Un detalle exagerado de la cara puede ayudarnos a recordar el nombre”, añade.
- “Asociemos el nombre de una persona a ejercicios nemotécnicos, como recordar sus iniciales. Será más sencillo después. También ayuda relacionar el hecho de la presentación con varios sentidos, como la vista o el oído”, revela el psicólogo Jesús Francisco Javier Ramírez.
Marisa Fernández continúa dándonos unas sencillas pautas:
- Preste atención a la persona cuando se dirija a usted. Intente concentrarse en ella y no pensar en cuando le toca hablar a usted, en si estará bien peinado o si el traje que lleva es el adecuado.
- Intente asociar el nombre a algo importante o conocido para usted. Por ejemplo, si nos presentan a María del Mar, pensaremos en aquellas fantásticas vacaciones en la playa dándonos un baño en el mar, o recordaremos si tenemos otra amiga o familiar con ese nombre.
- Utilice la repetición. Repita el nombre de la persona cuando se la están presentando. "Encantado de conocerte, Verónica", podría pronunciar. Haga esto lentamente y no de forma rápida, para que quede claro. Emplee el nombre de la persona al principio y al final de las conversaciones. Por ejemplo: "Me preguntaba si le gustó la cena, Verónica". El uso del nombre por lo menos tres veces continuadas le ayudará a recordarlo después.
- Entrene previamente su memoria de trabajo, ya que es esa la capacidad que nos permite atender, retener y manipular distinta información durante el tiempo necesario para responder a una situación. Una forma entretenida de hacerlo es mediante el entrenamiento en gimnasios cerebrales online.
“El mecanismo por el que muchas de estas técnicas funcionan es porque promueven un procesamiento más profundo de la información, haciendo que le pongamos más esfuerzo cognitivo a la hora de aprender nuevas cosas. Repetir, relacionar, asociar, visualizar, etcétera, son acciones que consiguen que dotemos de significado a las nuevas informaciones y favorecen así su almacenamiento en la memoria a largo plazo”, insiste la neuropsicóloga.
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